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La tierra resurgió en los últimos años como material constructivo y son cada vez más las personas que deciden vivir en este tipo de construcciones en todo el mundo. En nuestra región se encuentran realidades diferentes ante las cuales esta tecnología se ve desafiada.
América del Sur es un lugar singular fruto de la fusión de distintas culturas. La arquitectura no es ajena a esa situación y la tierra utilizada en ella como material principal tiene un papel protagónico. Paisajes y monumentos que son patrimonio mundial cuentan con adobes, tapia y técnicas mixtas como parte vital de su valor cultural. La lista sería larga pero vale mencionar la ciudad de Chan Chan en Perú del año 1300, el área de la Quebrada de Humahuaca en Argentina que es parte del sistema vial inca de Qhapac Ñan o la ciudad de Valparaíso en Chile que esconde un legado de tierra detrás de coloridos revestimientos de chapas.
Las tradiciones constructivas de los guaraníes, conocedores de las condiciones lluviosas de la selva, fueron aprovechadas por los españoles para configurar una imagen propia de la vivienda rural de tierra en Paraguay. En Uruguay aún se encuentran poblados construidos en terrón, fajina y techos de paja en los departamentos de Paysandú y Cerro Largo.
Ese conocimiento, latente por tanto tiempo, brotó otra vez hace unos 30 años dando lugar a nuevas construcciones. En zonas de terremotos, las técnicas constructivas con tierra se enfrentan a normas que las prohíben -pero no las evitan- y es allí donde muchos investigadores trabajan para capacitar autoconstructores en el reforzamiento sismo-resistente de sus viviendas. En regiones húmedas, el mejoramiento de revoques con sustancias naturales o el rescate del uso de la cal, ha sido el gran paso para dotar a este tipo de construcciones de terminaciones adecuadas, a veces redescubriendo viejas tradiciones vernáculas.
En el diseño de esta arquitectura con tierra, diseñada y dirigida por arquitectos pero también fruto de la autoconstrucción y el autoaprendizaje, se pueden detectar algunos procesos de cambios con la incorporación de otras técnicas, el uso de materiales reciclados o nuevas formas de entender nuestra relación como seres humano y el ambiente en el que nos ha tocado vivir.
Textos: Arq. Alejandro Ferreiro