El edificio desarrollado en una sola planta, se ubica en el terreno considerando a la cubierta como una fachada más desde el punto de vista plástico y estético, a partir de las visuales desde el puente internacional. Se plantean azoteas con techos vivos, que además aportan térmicamente reduciendo islas de calor e igualando el porcentaje de área verde respecto a la situación original de terreno. La premisa es crear un edificio eficiente a partir del mínimo impacto energético en su puesta en obra y en su posterior etapa de uso, dando prioridad a la utilización de materiales con baja o media transformación, tanto para los elementos físicos del edificio como a las energías que interactúan y condicionan al edificio y sus ocupantes.
A nivel de volumetría y distribución, el edificio se estructura a partir de cuatro bloques interdependientes de simple crujía y orientación norte-sur, donde se alojan las funciones específicas de cada laboratorio.
El sistema constructivo es una reinterpretación tecnológica en clave contemporánea, que vincula el uso histórico de la tierra en el medio rural de la región tanto sea por los ranchos tradicionales como por construcciones de mayor porte como las registradas por Florian Paucke hacia 1750 en sus diarios de viaje. La ejecución de los muros en distintas capas sucesivas también refiere conceptualmente en este proyecto a los procesos de sedimentación que se producen en los fondos de los cursos de agua.
La tapia presenta ventajas desde el punto de vista ambiental, debido al bajo grado de transformación del material, con menor gasto energético incorporado, en relación a otras soluciones. Además un muro de tapia permite controlar en forma eficiente variaciones de temperatura y humedad, a lo largo del día y del año reducen también el gasto en acondicionamiento artificial.